¿Correísmo y narcopolítica ya es lo mismo? – 4pelagatos

Cero y van algunas. La persona que representó a Jorge Glas, en el pedido de habeas corpus con el cual se buscó sacarlo de la cárcel, es la misma que ha presentado habeas corpus para Leandro Norero, procesado por lavado de activos y presunto narcotraficante. Plan V cuenta la historia de ese personaje, Jonathan Aguinda.
Si una cosa preocupa a los políticos, en cualquier parte, es ser vinculados con el narcotráfico o el dinero mal habido. Es un sambenito que no quieren cargar porque los estigmatiza socialmente, los marca políticamente, los vuelve candidatos a perder la visa de Estados Unidos y los pone en la mira de la Justicia.
Al correísmo no parece preocuparle ese nexo. Cuando se ha producido, como en el caso de Ronny Aleaga y Marcela Aguiñaga, fotografiados muy al lado de Xavier Jordán, esa organización pasó de agache. De Aguiñaga nada dijo. Y Con Aleaga, metido en Miami, en la piscina de un prófugo de la Justicia, retiraron las castañas del fuego recurriendo a cuentos para dormir de pie.
Aleaga dijo que nada sabía de Jordán y que estuvo en su piscina porque fue a la casa de los parientes de su novia en esa ciudad. Después declaró que el (supuesto) Comité de Ética de la Revolución Ciudadana, lo amonestó por escrito por estar en un espacio que no le corresponde… Esa fue toda la explicación que dio. Con el supuesto berrinche de Rafael Correa en un tuit en el cual dijo que lo hecho por Aleaga ni era ético ni moral, nada pasó.
Aleaga además se fue contra la prensa que, en su concepto, debió haber privilegiado su versión, no la fotografía. Ese es el periodismo que el correísmo entiende: aquel que olvida los hechos (y esa fotografía era comprometedora hasta para el propio Correa) y empata todos los partidos a punta de versiones. Por supuesto la de Aleaga se resume en decir que nada sabía de lo que había protagonizado en una actividad privada. Que él no anda por la vida pidiendo récord policial a las personas. Que haber sido fotografiado con prófugos de la Justicia “no significa que esté involucrado en los actos que a ellos se les investiga”. Aleaga no reconoció que aquello que para él es una insignificancia, para la sociedad es un aviso. Ni entendió que es inverosímil la versión de no saber que Jordán era prófugo. Aleaga es un espectáculo reclamando coherencia a la prensa…
El caso de Glas es igualmente denso. Y se inscribe en esos vínculos oscuros que arrastran Correa y su combo en su relación con Norero, desde 2008 al parecer. Entonces su gobierno promovió un acuerdo de paz entre los Ñetas -que Norero lideraba- y los Latin Kings, organización a la que pertenece Aleaga. Una fotografía, tomada en septiembre de 2009, muestran al futuro “Patrón Norero” en medio de Ricardo Patiño y Rafael Correa.
La historia de Norero se entronca con la de otros jefes de bandas y arreglo de cuentas en las que aparecen Jorge Luis Zambrano, conocido como Rasquiña, asesinado en Manta y su abogado, Harrison Salcedo, asesinado en Quito. Aquí lo inquietante es que Salcedo también era abogado de Jorge Glas. ¿Cómo un personaje como él podía defender al ex vicepresidente de Correa sin que el aparato político reparara en las lecturas posibles que aquello suscita?
¿Y cómo puede ese mismo aparato, que todo lo sabe, enancarse en el pedido de un operador de los abogados de Norero que ahora, según un informe de Primicias, es también sospechoso de estar tras la muerte de Salcedo y de ser el proveedor de fondos de algunas de las bandas que han generado violencia y muertes dentro y fuera de las cárceles del país?
No se puede hablar de ingenuidad. Ni de acciones aisladas de Aleaga, Aguiñaga y Glas. El aparato celebró lo de Glas -Correa en primer lugar- apenas se supo del habeas corpus declarado por un juez que acaba de ser detenido por sus ilegalidades. Y Aleaga fustigó al presidente Lasso por desacatar el fallo del juez y, se lee entrelíneas, tener secuestrado a Glas.
El correísmo actúa como si los vínculos que algunos de ellos han establecido con personajes fuera de la ley, y abierta o supuestamente enlodados con el narcotráfico, no les importara. Como si ellos también fueran la expresión política de ese fenómeno.
Foto: diario Extra
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