El presidente retoma el control del país – 4pelagatos

Lo inevitable ocurrió: el presidente de la República tomó decisiones frente a la violencia y a los desmanes que tienen bloqueado al país desde hace 12 días. Puso fin a los intentos de diálogo que Leonidas Iza no atendió y ordenó a las fuerzas de seguridad del Estado pasar del estado de contención al de uso progresivo y efectivo de la fuerza. Esta decisión es consecuencia de la estrategia de Leonidas Iza quien prefirió multiplicar exigencias, ganar tiempo y volver inviable el diálogo. Ningún gesto fue reciprocado por él. Incluso haber abierto la Casa de la Cultura y desmilitarizado El Arbolito solo sirvió para que se repitan escenas dramáticas de Octubre-2019.
Las imágenes sobrecogedoras del ataque anoche a militares mostraron que el paro está sirviendo para que grupos paramilitares operen de manera brutal. Un muerto, 17 policías heridos y un convoy de camiones completamente calcinados. Esas imágenes parecían importadas de Ucrania tras el paso de las tropas rusas. Y no: ese ataque ocurrió en San Antonio de Pichincha, en la vía Calacalí-Nanegalito. Y ocurrió este jueves en la noche cuando esos militares acompañaban camiones que llevaban abastecimientos para Quito.
No se necesita ser militar para entender que esa violencia ciega fue seguramente programada por aquellos que diseñaron una estrategia militar para invadir Quito, sitiarla, inmovilizarla y hambrearla. Las Fuerzas Armadas judicializaron el caso en la Fiscalía, pero es evidente que aquello no basta: que ese acto criminal, unido a la violencia que soporta Quito y otras ciudades, forjaron un punto de quiebre.
Los conspiradores son tan irracionales que dejaron ver hasta las costuras del golpe programado. Iza declaró un paro. Prolongó y complicó la posibilidad de un diálogo hasta volverlo inviable. Bloqueó las ciudades hasta provocar desabastecimiento y sensación de desamparo. Otros grupos aliados suyos atacaron instituciones y trataron de saquearlas. No descartaron llegar a la Asamblea. Entretanto, los golpistas correístas iniciaron en la Asamblea un proceso para botar al presidente de la República.
12 días ha estado el país en esas dinámicas. 12 días ha estado diciéndose que los actos vandálicos, la violencia, las violaciones de derechos fundamentales del conjunto de ciudadanos -que circulan en millones de imágenes- no son propios de una simple protesta social. 12 días el país, harto del bloqueo, ha rumiado desazón y rabia hasta salir a las calles a pedir a los manifestantes que pongan fin a sus acciones y dejen trabajar.
La decisión anunciada por presidente hoy no sorprende. Iza jugó a prolongar el bloqueo hasta volverlo impredecible. El punto-muerto era, por supuesto, favorable a sus intereses. Las ciudades desabastecidas, bloqueadas, sometidas a la violencia de grupos, que incluso exhiben armas, solo podían descomponer la situación.
Es evidente que el Ejecutivo, en ese contexto, llevaba la peor parte. Por cuatro razones por lo menos. 1: Iza y sus amigos pretendieron reemplazar, con éxito, al gobierno y al Estado. 2: El gobierno quedó reducido a un protagonista mendicante, condenado a ceder y a esperar a que Iza diera paso al diálogo. 3: La ausencia de autoridad podía auspiciar el enfrentamiento entre ciudadanos y ese peligro estaba latente. 4: La producción de caos convertía al presidente en un fusible transable con los autores de la violencia. En esas circunstancias, es imposible imaginar un desenlace racional.
La decisión del presidente de aplicar el uso progresivo de la fuerza es decisiva y arriesgada. Pero, Iza, sus amigos y aliados dejaron sin alternativa al Ejecutivo. El uso de la fuerza es precisamente progresiva. Y se espera que las fuerzas del orden, que han sido pacientes ante la embestida brutal, actúen en función del peligro real que tengan al frente.
La decisión de Lasso es un ejercicio legítimo de autoridad y es absolutamente necesario ante el caos programado por parte de Iza y sus amigos. Además conlleva decisiones políticas que deben ser aplicadas en forma urgente y ojalá por funcionarios nuevos; en el ministerio de Gobierno por ejemplo: apurar el diálogo con otros dirigentes indígenas y resolver problemas concretos de las comunidades que Iza nunca planteó porque privilegió la agenda de su proyecto político.
El gobierno tiene que correr, a nombre del país, ojalá en la formulación y aplicación de un plan integral (mini Marshall) que beneficie, inmediatamente y a mediano plazo, a las comunidades más pobres del país.
Foto: Presidencia del país.
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