Invasión de eruditos en seguridad en el país – 4pelagatos

Ecuador no cesa de sorprender: entre más hechos de violencia ocurren, más expertos aparecen. Y esos expertos (algunos periodistas entre ellos) saben, al parecer en detalle, lo que el Estado debe hacer y que —si se les oye— ministros, policías y militares no conocen.
Así se está construyendo, ante una opinión amedrentada, consternada y perpleja, una disonancia absoluta en uno de los temas cruciales para la ciudadanía: su seguridad. Resulta que los encargados oficiales de ella no conocen lo que expertos, que opinan en twitter, y hasta modestos reporteros, dominan a la perfección. Y resuelven en 280 caracteres. O en un comentario recitado con alucinante desdén.
En pocas palabras, todos ellos coinciden en preguntar cómo así el gobierno no logra acabar con las bandas, las matanzas carcelarias, la delincuencia común, el narcotráfico… ¿Acaso no se prepararon para ello? Ah, por supuesto, no solo están los expertos y algunos reporteros en esa cruzada. También alcaldes, como Cynthia Viteri, que se escudan tras la máxima “esa es competencia del Gobierno” para deleitarse exhibiendo, ante las cámaras, sus enormes conocimientos sobre seguridad. Que no aplican, por supuesto, porque no es competencia suya.
Ecuador no llegó a esta pesadilla de sopetón. En la frontera norte hay mafias desde los años 90. Al igual que en la frontera sur. Hubo corredores para tráfico de armas, precursores químicos, vituallas para las guerrillas de Colombia. Hubo asesinados y arreglo de cuentas. Sicariato. El país no habló de eso. Luego hubo populismo penal. Mano dura lo llamaron. Pero sus promotores nunca encararon lo que iba a suceder en los centros carcelarios. No respondieron las críticas sobre la inexistencia de políticas de rehabilitación social. O sobre el abuso de la prisión preventiva. Los mismos promotores de esa política, optaron por campañas de mercadeo para tapar los cinturones de miseria en ciudadelas enteras. En Guayaquil o en Esmeraldas, por ejemplo. Del narcotráfico no hablan ni de los miles de millones de dólares que vierte cada año en la economía formal.
Ahora todas esas ollas a presión han explotado. Y han pillado al país, al Estado en curva y a la sociedad entera —no solamente al gobierno— dependiente de mitos que, para ocultar la mugre el correísmo también publicitó con fuerza: “Ecuador isla de paz”; “Ecuador víctima de los narcos de Colombia y de Perú”; “Ecuador país de tránsito” de sustancias que solo se consumen en otros países.
Esos populistas políticos, populistas penales, populistas verbales y populistas periodísticos (que también existen), nada dijeron sobre esas realidades que hasta los militares ocultaron al país. Ahora esos populistas apuntan sobre el Estado (es decir sobre nadie… A lo sumo sobre el gobierno de turno) incapaz de parar la suma de violencias que se ha desatado. Cada día esos expertos y esos reporteros recuerdan que, “a pesar del Estado de excepción”, “que a pesar de la declaratoria de emergencia”, “que a pesar de la presencia de FF AA y de la Policía”, “que a pesar de los retenes”, que a pesar de lo que se les ocurra, no para la lista de muertos por sicariato o de asaltos de la delincuencia común. Esos expertos y esos periodistas no lo dicen, pero esperan un milagro.
¿Han estudiado lo que esos fenómenos suscitan en Colombia o en México desde hace décadas? ¿Saben la estela de muertos que causan sus guerras intestinas y sus arreglos de cuentas? ¿Saben los miles de muertos que provocaron en Colombia, los líderes sociales y políticos que asesinaron, las bombas que pusieron en dependencias oficiales, periódicos, residencias y clubes privados? ¿Saben que es imposible para un Estado poner un policía al lado de cada ciudadano? No, no lo saben.
¿Saben que no es la pobreza el principal la principal motivación para entrar en el negocio del narcotráfico: es la riqueza fácil, cuya contraparte es la alta posibilidad de morir en ese mundo? ¿Saben que el mercado, las rutas, las caletas o escondites para las drogas, el dinero son sagrados para los narcos y que cualquier falla implica la muerte? ¿Saben que la montaña de billetes —que a Ecuador llega en avionetas o en containers— faculta a los narcos a comprar políticos, guardias o directores de cárceles, abogados, fiscales, policías, militares, jueces, periodistas? Lo que sea, a quien sea. ¿Saben que muchos de esos funcionarios están en el dilema de colaborar y corromperse o irse de su trabajo para no exponerse a morir? ¿Saben que esa empresa de corrupción está bien avanzada en el país?
En Ecuador, políticos populistas y otros sectores ávidos de aplausos en redes rehúsan pensar la complejidad implícita en cada uno de esas desgracias. Y creen que no hay que encararlas sino limitarse a inculpar gobiernos y organismos de seguridad. Es decir, hacer coro con aquellos que, en redes, en vez de datos y hechos, de políticas y procesos, se guían por sus estados de ánimo. Por sus vísceras. Es inverosímil que ciertos políticos y ciertos reporteros hagan creer que esto es asunto de pantalones, de huevos, de mera voluntad o de simples órdenes.
Ecuador está en una encrucijada grave que los populistas agravan en vez de contribuir a que el país la asuma conscientemente y con los ojos abiertos. Tratarla requieren algunas políticas de Estado, mucha sensatez, mucha valentía, mucho presupuesto y mucha voluntad política de todos los partidos y movimientos democráticos. Y sí, también, mucho liderazgo presidencial.
Foto: El Diario.
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