¿Pikachu en la Batalla de Pichincha? – 4pelagatos

La conmemoración del bicentenario de la batalla de Pichincha tiene ya su primera gran polémica: un mural de Okuda San Miguel, un español, pintado sobre la fachada de un antiguo cine de la 24 de Mayo. En él hay, dice San Miguel, un homenaje a las bordadoras de la comuna Llano Grande. Y para que tenga un toque pop y un guiño de ojo a la contemporaneidad introdujo un Pikachu. Este es un regalo de la embajada de España y está inscrito en un proyecto de recuperación del Centro Histórico de Quito.

El debate que arrancó tras esta intervención de Okuda San Miguel es, el fondo, un gran malentendido. Aquellos que critican al municipio lo hacen por tres cosas. Una: esto nada tiene que hacer por el bicentenario. Dos: es obsequio de España. Tres: el contenido de este mural atenta contra los valores de jornadas de sacrificio y gloria. Y ya hay memes y caricaturas donde los patriotas en plena batalla se hacen ayudar por personajes de la franquicia Pokemon. La leyenda que acompaña alguna de esas imágenes no deja duda sobre la crítica punzante que se ha granjeado Santiago Guarderas: “la batalla de Pichincha según la Alcaldía de Quito”.

Desenredar el ovillo, lleva irremediablemente al autor del mural: a Okuda San Miguel. La defensa que hace de su obra es tan pobre que genera dudas sobre las bases conceptuales en que asienta su producción. Su misión en el mundo, dijo a la prensa, es “transformar el cemento gris de las ciudades en color”. Y dice que lo ha hecho en muchas ciudades del mundo. Y sí, basta buscar en Internet para tener evidencias de que ha hecho murales e intervenido estructuras en algunos países. ¿Eso lo hace un artista y, más aún, un gran artista? No, por supuesto.

Okuda San Miguel se apropia de marcas y estilos de muchos artistas. Eso, en sí, no es un problema. Por dos motivos: el arte nace del arte, como dice la crítica colombiana Carolina Ponce de León. Y la apropiación es una deriva propia de un artista pop: Andy Warhol es su papa.

Pero cuando dice, como gran concepto, que lo suyo es poner color en las ciudades se otorga una originalidad que no tiene: olvida anotar que eso ya lo hicieron muchos grandes artistas. Y para solo ir, por ejemplo, desde  Sonia y Robert Delaunay (alrededor de 1930) hacia adelante: Niki de Saint Phalle, Sol LeWitt o Daniel Buren. Y entre los latinos, basta con nombrar las intervenciones públicas de cinéticos venezolanos como Jesús Soto y Cruz Diez. La lista, como es obvio, se antoja larga.

Decir que sus intervenciones están en muchas ciudades para mostrar que lo suyo es arte y es importante, es asumir que los alcaldes (incluido Santiago Guarderas) saben de arte. Eso no es así en una buena cantidad de casos en los que hay que incluir a Nueva York y París. En cambio, Okuda San Miguel no está en ningún gran museo porque lo suyo es un gran refrito de estilos y marcas que a lo sumo lo puede graduar de gran decorador de exteriores. Las suyas no disgustan.

Y ahí estriba la segunda parte del malentendido que podría ser formulado así: una fachada de la 24 de Mayo acaba de ser decorada y quedó mejor de lo que estaba. No molesta y está hecha con cierta gracia: es pop, figurativa y naif. Dicho de otra manera: no mejora en absoluto el nivel del arte público en Quito  que es desastroso en su mayor parte, y mantiene esos cánones absurdos del folklorismo, el costumbrismo y el muralismo indigenista que nunca ni siquiera equiparó a su inspirador: el muralismo mexicano. Ese arte público no hace justicia al nivel de un buen grupo de artistas en el país. En ese sentido, dos conclusiones parecen irremediables. La falta de cultura (algunos agregan estética) sigue siendo un enorme falencia en el campo de las autoridades. Y dos: en ese contexto, luce mucho mejor la decoración de San Miguel que otro mural de Pavel Egüez. Mal de muchos…

Esto plantea un problema que no dilucida el mural obsequiado por España y que aún no resuelve la Alcaldía de Quito; peor aún en el de la Prefectura de Pichincha: ¿Cómo conmemorar este tipo de fechas? Es obvio que hay un componente de memoria que es relativamente más sencillo solventar que el reto de proyectar, aprovechando la coyuntura, la Capital y la Provincia. Es claro que para los artistas nacionales esta es (¿toca decir era?) una gran oportunidad. Por ahora, solo un decorador ha sido convocado y ya tiene una fachada firmada.

Foto: El Universo 

NOTA:
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