¿Por qué Leonidas Iza se estrelló? – 4pelagatos

El líder de la Conaie reapareció hoy negociando con el gobierno, pero en una actitud totalmente diferente.
Iza-24-de-junio tenía el sartén por el mango: Quito en sus manos, sitiada, desabastecida, agobiada, sometida por la violencia y el vandalismo. Iza pensaba, además, tumbar al presidente Lasso en la Asamblea activando una alianza abierta con el correísmo. Esas dos posibilidades van con su personalidad: un tipo arrogante y todopoderoso. Tanto que saboteó el diálogo ofrecido por el gobierno, volviéndolo inviable mediante condiciones imposibles. Él quería hambrear Quito y otras ciudades, hasta poner al país y al gobierno bajo su férula.
Iza-25-de-junio, no tiene tropas en Quito, se muestra abierto al diálogo, anuncia que dejará pasar alimentos, que no aupará más la violencia y que quiere salvaguardar vidas. Ese Iza-25-de-junio tiene por supuesto derecho al pataleo: denuncia la arremetida de las fuerzas del orden y, como los correístas, mira hacia los organismos de derechos humanos y hacia la comunidad internacional. Ahora sí. No durante esos 12 días en los cuales ignoró las violaciones cometidas por su gente y el llamado de 9 embajadas y la Unión Europea para “entablar un diálogo sustantivo y de buena fe que guíe a la reconciliación, a la pacificación y al progreso nacional”. Iza no dirá que su mutación de ayer a hoy -del golpe al diálogo y de la sinrazón a la negociación- se debe, precisamente, a la intervención de la Policía y las FF.AA.
Iza hubiera pagado porque alguien le recuerde el adagio popular que dice que “quien mucho abarca poco aprieta”. Su error fue ser angurriento. Un defecto propio de los leninistas de cepa, aquellos que han leído y adhieren a los principios comunistas revolucionarios que prevén combinar todas las formas de lucha para alzarse los trofeos políticos, sociales o militares que puedan, en su camino irrefrenable a la toma del poder.
Iza combinó los escenarios de lucha y en su estrategia repartió fichas en dos tableros; uno de corte político-militar en las calles y uno meramente político en la Asamblea. El primero lo explotó hasta llevarlo al extremo en Quito y en los puntos estratégicos para bloquear el comercio y la movilidad entre regiones. El segundo lo pactó con el correísmo para votar la muerte cruzada en la Asamblea.
Iza jugó en los dos tableros y los avanzó en forma paralela hasta juntarlos ayer viernes en la mañana cuando, creyendo ya tener de rodillas al gobierno, hizo una declaración en la asamblea general que se llevó a cabo en la Casa de la Cultura. Esa fue la movida que activó la determinación presidencial de subir el nivel de uso de la fuerza. Iza dijo, en resumen y literalmente, que hay una decisión del pueblo que ha pedido que el presidente de la República -si no ha tenido capacidad para resolver los problemas- se vaya por favor.
Iza mezcló los pinceles. En la negociación política que emprendió con el gobierno, mediante una delegación suya, según dijo el presidente, comprometió a unos aliados y, al parecer, no habló con otros. Y a aquellos favorables a la negociación de los diez puntos, que sabían que ya habían obtenido un triunfo político, los dejó fuera de lugar al hablar de una alianza con los correístas. Iza olvidó un principio básico para los revolucionarios: saber privilegiar, según el momento, una forma de lucha. Mezcló las dos, quiso jugar en los dos tableros, engañó al gobierno pues en vez de cerrar el acuerdo sobre los diez puntos que estaba prácticamente cocinado, adhirió a la tentativa golpista del correísmo en la Asamblea.
En su deseo de quedarse con todo, Iza descompuso las alianzas internas que sostenían el paro, contaminó políticamente a la Conaie con el correísmo -después de hacerlo en las acciones de tipo militar en las calles-, dio la espalda a la negociación y resquebrajó sus propias líneas. Por eso, cuando se ordenó la arremetida de la Policía y de las FF.AA. se produjo una verdadera desbandada. Las bases buscaban desesperadamente a sus mashis.
Hoy, Iza negocia en otra condición. El país regresa lentamente a la normalidad, el principio de autoridad ha sido restituido, los indígenas han salido en su mayoría de Quito y la negociación política, razonada y se espera razonable, está en curso. Iza no es el emperador que quiso ser porque su plan estratégico fracasó y sus métodos son condenados por una mayoría de la población.
El gobierno, al rescatarlo, procesa las alertas contenidas en las reivindicaciones que la Conaie plantea. Es un gesto político que ojalá dé paso a un acuerdo que el país está llamado a asumir.
Iza no entenderá por qué se estrelló. No lo entenderá siquiera explicándole que quien mucho abarca poco aprieta. Abarcar es lo que hace un leninista de cepa como él: querer quedarse con el poder y con el país. Al costo que sea.
Ahora perdió, pero sin duda lo volverá a intentar.
Foto: La Hora.
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