Taco bajo: La vida como juego

Por Javier Calvopina / @JavierCalvopin1
Taco bajo es un relato intenso, de una belleza narrativa sosegada que nuevamente se regodea en las posibilidades temporales de la escena. Hacer coincidir el tiempo de la lectura con el tiempo del relato parece la forma con que Santiago Vizcaíno abre la puerta de la literatura y nos invita a habitar el intenso mundo de Willy. Mucho hay de El extranjero en Taco bajo. Y también de Carta al padre. Y esta historia de una nueva migración y de un nuevo desarraigo sigue sumando a la constitución plástica de un personaje central muy complejo.
Willy es siempre un desplazado. Ha estado en Europa y, de vuelta en Ecuador, no ha vuelto a su ciudad natal, al pueblo del que ha salido con alguna esperanza. Siguiendo la gran ironía que es su vida, vuelve a Quito, pero no a la ciudad a la que no se sabe con certeza si extraña, pero que ciertamente lo constituye y lo acompaña, sino a la calle Quito de una ciudad a orillas del mar. Desterrado siempre de todos lados, Willy obtiene una ventaja narrativa. Para él nada hay sagrado y, por lo tanto, su lengua está libre de censura.
En la noticia de la muerte del padre resulta claro el paralelismo con el imponente primer párrafo de El extranjero. La parálisis de los protagonistas frente a ambos hechos los vuelve acreedores de la censura social. Pero no puede decirse con certeza que en ningún caso exista el dolor. El dolor tiene muchas formas, y una de esas formas se percibe en la sutileza del lenguaje poético que sostiene Taco bajo.
A la sensación de orfandad que comparte con el pensamiento de Camus, en la novela de Vizcaíno se une también el reclamo oscuro que constituye el tono de Carta al padre. Durante toda la vida de Willy, esa vida de extranjero que arrastra desde Complejo, su padre ha sido una presencia permanente, un turbio influjo sobre su espíritu. La vida de Willy ha sido un alejamiento constante y consciente del padre. Y sin embargo, su muerte le trastoca. El regreso a la casa paterna y la inevitable sensación de desamparo que la muerte del padre deja incluso en quien nunca lo consideró precisamente un símbolo de amparo trastocan el espíritu y la sensibilidad de Willy, como se verifica en la acumulación violenta de metáforas con las que pretende patéticamente asir la muerte.
La calidad técnica de Vizcaíno que destaca en Taco bajo sigue siendo la escena. La profundidad psicológica que el narrador alcanza con los procedimientos de la focalización combina con acierto la acción y la reflexión para trasladarnos al tiempo de la escena que cuenta. La forma en que el recuerdo llena cada instante de la experiencia también le confiere a la escena una dosis de realismo.
En la escena en la que Willy apuesta contra el pescador, su perspicacia es la única herramienta con la que lo enfrenta. Una amenaza se erige sobre él, y su agudeza le permite seguir su evolución. La memoria de un padre que todavía no ha muerto, y su firme resolución de obrar contrariamente, constituye la experiencia con la que Willy intenta salir bien librado. Willy analiza cada gesto, redoma su orgullo, calcula el honor que se juega tozudamente en ese antro, lleno de luz, humo y espectadores ebrios. Su fina inteligencia le permite calcular lo que se juega realmente.
Pero, sobre todo, Willy actúa en consecuencia. Esta no es la escena de la lucidez ante un aspecto amenazador de la vida que se rechaza abiertamente para seguir el impulso contrario hasta las últimas consecuencias. Willy ha sido así. Pero ya no lo es. Recorre otro camino. Contrario al de su padre y al que no hace mucho fue suyo.
Fotografía de Héctor Adolfo Quintanar (México, 1990) que ilustra la portada de Taco Bajo.
El resultado es el mismo. Quizás lo que nos seduce de ese narrador es la descarnada aceptación con la que enfrenta el sinsentido de la vida. Ningún conocimiento, ninguna experiencia puede salvarte de ese taco bajo. Ninguna sangre se le puede contener. Y precisamente de esa descarnada aceptación emana el humor oscuro y la intensa tragedia de la escena.
En Taco Bajo, Santiago Vizcaíno acumula las metáforas como Willy acumula las bolas en las buchacas. Bebiendo de dos fuentes, el conjunto de textos que constituyen la literatura y la propia experiencia de la vida, Taco bajo se convierte en un relato profundo y cohesionado, que sin embargo se mueve con la libertad del pálpito informe de la vida.
NOTA:
Este contenido ha sido publicado originalmente en la siguiente dirección: Haz Click Aquí
Deje su comentario